Las vidrieras

Un rapide tour

DES PRINCIPAUX VITRAUX DE LA BASILIQUE

Hay muchas vidrieras en la basílica. Y a veces es difícil entenderlos. He aquí algunas claves para descifrarlos.

A ambos lados de la nave hay capillas con vidrieras sencillas, no acabadas. No son vidrieras acabadas, sino que están pensadas para que entre la luz.

Pero si miras hacia arriba, verás a los santos patronos de las capillas laterales.

Hay dos capillas con vidrieras:

  • A la izquierda al entrar, la capilla de Santa Teresa: la vidriera menciona la visita de Santa Teresa de Lisieux a la basílica de Nuestra Señora de las Victorias el 4 de noviembre de 1887. San Luis Martín, su padre, está arrodillado ante la estatua de la Virgen María, rodeado por dos de sus hijas, Celina y Teresa. La vidriera data de 1931.

 

  • A la derecha se encuentra el confesionario, que solía ser la capilla de San Pedro, donde la estatua del primer papa ocupaba un lugar de honor. Hay una hermosa vidriera con el escudo papal, la tiara con las llaves en aspa. 

“El genio de las vidrieras termina cuando empieza la sonrisa.”

André Malraux

Al seguir subiendo por la nave, probablemente te sientas atraído espontáneamente por el altar de la Virgen.

Sobre la estatua hay una vidriera que resume la hermosa misión de la archicofradía fundada por el abate Desgenettes en 1836: invocar a la Virgen para la conversión de los pecadores.

Esta vidriera fue realizada en 1854 y ofrecida al abate Desgenettes por los miembros de la archicofradía.

En el centro de la ventana, la Virgen María aparece con una luz deslumbrante. Sobre su cabeza, grupos de ángeles cantan sus alabanzas.

Alrededor de ella hay pecadores convertidos, algunos en actitud de arrepentimiento, otros en la exaltación de su alma. Entre ellos hay un joven postrado, junto al cual se encuentra una mujer en oración cuya cabeza está rodeada de laureles, símbolo de los santos. Se trata de San Agustín, todavía pecador, que su madre, Santa Mónica, presenta a María.

A los pies de la Virgen, una pancarta lleva las palabras: “María, refugio de los pecadores”. Este es el grito que parece salir de la boca de todos estos felices conversos.

En el ángulo inferior izquierdo, un ángel cubierto con una armadura de bronce atraviesa con una lanza al demonio que querría impedir la misericordia de María hacia los pecadores. En la parte inferior de la ventana, otro ángel entrega al padre Desgenettes los estatutos de la archicofradía.  

Enfrente está la capilla de San Agustín. Sobre la estatua del santo, se puede contemplar una hermosa vidriera dividida en 3 paneles, obra de Claudius Lavergne, alumno del pintor Ingres.

El panel superior representa a Luis XIII consagrando Francia a María. La Virgen está en una especie de trono, en una postura bastante similar a la de la estatua de Notre-Dame des Victoires. El niño Jesús está junto a su Madre, llevado por las nubes.

El rey, arrodillado, presenta a María su cetro y su corona. Junto a él se encuentra su antepasado real San Luis, sobre cuyo manto también brillan los lirios. Ana de Austria, la esposa de Luis XIII, se arrodilla como su marido. Su patrona, Santa Ana, está a su lado. 

En la parte inferior izquierda, un religioso que reza en su celda ve aparecer a la Virgen. Lleva a un niño pequeño en brazos. Este religioso es el Hermano Fiacre. El niño que María le presenta es el joven delfín, el futuro Luis XIV, al que anuncia que entregará a Francia. 

A la derecha, la reina Ana de Austria acompañada por el cardenal de la Rochefoucauld, su capellán, que ha escuchado la noticia de la gracia de la aparición mariana al hermano Fiacre y que ha venido a felicitar a la reina.

Al entrar en la basílica, la mirada se dirige a la vidriera del fondo del coro, que representa a Cristo en la Cruz.

Se encuentra sobre la inscripción mariana: “Regina sine labe”, que significa: “Reina concebida sin pecado”.

Esta ventana también fue realizada por Claudius Lavergne.

Mirando la ventana, podemos ver a Jesús crucificado. A ambos lados de la Cruz, la Virgen María y San Juan se solidarizan con el sufrimiento de Cristo.

Junto al discípulo, una joven se arrodilla en ferviente oración. Un manto forrado de armiño se echa sobre sus hombros. Es la duquesa Yolande de la Rochefoucauld, que reza por la recuperación de su marido.

Por encima del grupo, un ángel, con las alas desplegadas, sostiene a un niño pequeño en sus brazos. Este es su hijo.

Alrededor del cuadro, en medio de los arabescos que forman el marco de la vidriera, podemos ver los escudos coronados y las letras S e Y entrelazadas, que significan: Sosthène y Yolande de la Rochefoucauld, gracias a cuya donación se pudo financiar esta vidriera.